domingo, 12 de junio de 2011

Las nuevas tecnologías en la educación (TIC)

http://didactica-de-las-artes.blogspot.com.es/


Las nuevas tecnologías en la educación son el efecto del continuo desarrollo de la tecnología sobre la educación. El constante cambio de las nuevas tecnologías ha producido efectos significativos en la forma de vida, el trabajo y el modo de entender el mundo de las gentes. Estas tecnologías también han afectado a los procesos tradicionales de enseñar y aprender. La información tecnológica, como una importante área de estudio en sí misma, está afectando los métodos de enseñanza y de aprendizaje a través de todas las áreas del currículo, lo que crea expectativas y retos. Por ejemplo, la fácil comunicación mundial proporciona el acceso instantáneo a un vasto conjunto de datos, de modo que despierta nuestro sentido de la curiosidad y de la aventura obligándonos al mismo tiempo a hacer un mayor esfuerzo de asimilación y discriminación. La rapidez en las comunicaciones aumenta más el acceso a las nuevas tecnologías en la casa, en el trabajo y en los centros escolares, lo cual significa que el aprendizaje pasa a ser una actividad real de carácter permanente, en la que el recorrido del cambio tecnológico fuerza a una evaluación constante del mismo proceso de aprendizaje.

Las tecnologías de la comunicación en la educación y en la formación

El uso de las tecnologías de la comunicación como el correo electrónico, el fax, el ordenador y la videoconferencia, además de los servicios prestados por los satélites, reduce las barreras del espacio y del tiempo. El uso de esas tecnologías está en aumento y ahora es posible formar a una audiencia muy dispersa con vídeos y audios y obtener otros datos por medio de los cuales se pueden evaluar los trabajos de los alumnos. En el futuro, es probable que en vídeo de doble banda se pueda transmitir información por todas las redes terrestres.

Las escuelas y los colegios cada vez usan más medios como Internet, a través del cual pueden conectarse con un ordenador de la National Aeronautics and Space Administration (NASA) en Florida y obtener información sobre la exploración en el espacio bien en texto, en imagen fija o en vídeo.

Quienes aprenden deben considerar los ordenadores como herramientas que pueden utilizar en todos los aspectos de sus estudios. En particular, necesitan las nuevas tecnologías multimedia para comunicar ideas, describir objetos y otras informaciones en su trabajo. Esto les exige seleccionar el mejor medio para trasladar su mensaje, para estructurar la información de una manera ordenada y para relacionar información que permita producir un documento multidimensional.

Además de ser un tema en sí mismo, las nuevas tecnologías tienen incidencia sobre la mayor parte de las áreas del conocimiento. En las ciencias se usan ordenadores con sensores para ordenar y manejar los datos; para realizar modelos en las matemáticas, la geometría y el álgebra; en el diseño y en la tecnología, los ordenadores son fundamentales en los niveles de la premanufactura; en las lenguas modernas, las comunicaciones electrónicas dan acceso a las retransmisiones extranjeras y otros materiales, y en la música el ordenador permite a los alumnos componer y estudiar sin tener que aprender a tocar los instrumentos tradicionales. Para quienes requieren atenciones educativas especiales, proporciona el acceso a los materiales más útiles y permite a los estudiantes a pesar de sus dificultades expresar sus pensamientos en palabras, dibujos y actividades.

Líneas futuras en la tecnología y en el aprendizaje

Los radicales desarrollos tecnológicos en la miniaturización, las comunicaciones electrónicas y los multimedia confirman la promesa de convertir los ordenadores en algo cercano, verdaderamente personal y móvil. El paso a la tecnología digital está eliminando las barreras entre la difusión, las publicaciones y el teléfono al hacer que todos estos medios sean accesibles gracias a los programas de ordenador y de las televisiones. Estos desarrollos no sólo darán a los estudiantes acceso a amplias bibliotecas y recursos multimedia, sino también el acceso directo a tutores y a los fenómenos naturales en todo el mundo.

La creciente renovación y disponibilidad de la tecnología en las escuelas y colegios permitirá una enseñanza más individualizada, lo que provocará muchas consecuencias en el sistema educativo.

Dado que la tecnología proporciona un fácil acceso de los estudiantes a los materiales previamente preparados por los profesores, el papel del profesor pasará a ser más el de un mentor o animador del aprendizaje y no sólo la fuente de los conocimientos. El acceso de los estudiantes a la información hará que la orientación y la evaluación pasen a ser procesos más positivos y cercanos gracias al uso de este tipo de herramientas.

Puesto que dicha tecnología puede ayudar a los estudiantes a trabajar en diferentes niveles y contenido, se podrán atender mejor los aprendizajes diferenciados, lo que permitirá desarrollar las capacidades individuales de todos y cada uno de los alumnos. La simplicidad y rigor de la tecnología para evaluar continuamente los avances de los estudiantes individualmente permitirá al sistema medir la calidad del aprendizaje real.

El uso de la tecnología para proporcionar acceso a la información y al monitor y la posibilidad de evaluar el aprendizaje significa que éste puede realizarse en cualquier momento y lugar. El desarrollo en la tecnología de la comunicación y el incremento en la práctica personal de la tecnología permitirán que lo aprendido en las escuelas y colegios se integre con lo que se aprende en cualquier otro lugar.

Se asiste en la actualidad a una revolución tecnológica en la que se producen cambios rápidos y bruscos en la forma como la gente vive, trabaja y se divierte. Como el ritmo del avance tecnológico no parece que vaya a frenarse, el reto está en aprender a adaptarse a los cambios con el mínimo de esfuerzo físico o mental. Para conseguirlo, los sistemas de aprendizaje y aquellos que los manejan deben preparar a las personas a trabajar con las nuevas tecnologías con seguridad y de forma adecuada, y a superar con solvencia los cambios constantes en las nuevas formas de trabajar, haciendo del aprendizaje un proceso natural permanente.








sábado, 11 de junio de 2011

La escultura



"Asesinado en el fregadero" Escultura terracota (barro cocido)


La Escultura es el arte de crear formas figurativas o abstractas, tanto exentas como en relieve.



Técnicas y materiales



Pueden hacerse esculturas con casi todos los materiales orgánicos o inorgánicos. Los procesos específicos para su elaboración se remontan a la antigüedad y han experimentado pocas variaciones en su evolución hasta el siglo XX. Estos procesos pueden clasificarse según el material empleado sea piedra, metal, arcilla o madera; los métodos que se utilizan son la talla, el modelado y el vaciado. En el siglo XX el campo de la escultura se ha ampliado enormemente y se ha visto enriquecido por técnicas nuevas, como la soldadura y el assemblage, y por la utilización de nuevos materiales, como el tubo de neón.

Talla



Utilizada desde épocas prehistóricas, la talla directa es un proceso que requiere mucho tiempo y esfuerzo. Está considerada como el paradigma de la técnica escultórica. El artista da forma a una escultura cortando o extrayendo el material superfluo hasta conseguir la forma deseada. El material es siempre duro y, con frecuencia, pesado; por lo general el diseño es compacto y viene determinado por la naturaleza del material. Por ejemplo, la estrechez del bloque de mármol que Miguel Ángel utilizó para esculpir el David (1501-1504, Academia, Florencia) condicionó de forma notable la postura y limitó el movimiento espacial de la figura.

Dependiendo del material sobre el que se va a esculpir y el estadio en que se halle la elaboración, se utilizan diferentes herramientas. En el caso de la piedra, los primeros cortes de desbaste para obtener las líneas generales de la forma deseada, puede llevarlos a cabo un artesano auxiliar con herramientas muy afiladas, y después el escultor continua la obra tallando y cincelando. En pasos más avanzados se utilizan herramientas menos penetrantes, como la gubia y la escofina; los toques finales se dan con un escofinado suave. Por último, se lija con piedra pómez o arena y en el caso de que se pretenda un mayor grado de suavidad se añade una patina transparente, hecha con una base de aceite o cera.

Modelado

El modelado consiste en añadir o elaborar formas. Se utilizan para ello materiales blandos y flexibles a los que se puede dar forma sin dificultad, lo que permite una ejecución rápida. Así el escultor puede captar y registrar impresiones en un tiempo aproximado al que un pintor necesitaría para hacer un boceto. Los materiales utilizados desde la antigüedad para modelar una escultura han sido la cera, la escayola y la arcilla o sustancias de tipo parecido a ésta que, en ese caso, se cuecen para incrementar su resistencia.

Vaciado

El único método para conseguir la perdurabilidad de una obra modelada es vaciarla, es decir, fundirla en bronce o en cualquier otra sustancia imperecedera. Existen fundamentalmente dos métodos de vaciado: a la cera perdida y a la arena. Ambos métodos se han venido utilizando desde la antigüedad, aunque el proceso a la cera perdida es el más corriente. El vaciado a la arena es un proceso más complicado en el que se utiliza una clase de arena muy fina y de gran cohesión, mezclada con una pequeña parte de arcilla para obtener un modelo positivo y un molde negativo algo más grande que el original del artista, y entre ambos se vierte el metal y se deja que al enfriarse endurezca.

Construcción y assemblage

Aunque se siguen utilizando técnicas tradicionales, en muchas obras del siglo XX consideradas como esculturas se han utilizado la construcción y el assemblage. Estos métodos tienen como punto de partida el collage, técnica pictórica creada por Pablo Ruiz Picasso y Georges Braque en 1912, que consiste en pegar papeles y otros materiales diferentes sobre una pintura. Picasso realizó también objetos tridimensionales, como instrumentos musicales, de papel y trozos de otros materiales diversos, a los que se denominan construcciones. Ejemplos de escultura constructivista abarcan desde las cajas surrealistas de Joseph Cornell hasta las obras con chatarra de automóviles y partes de máquinas de John Chamberlain, ambos estadounidenses. El término assemblage, que en la actualidad se utiliza de manera indistinta al de construcción, fue acuñado por el pintor francés Jean Dubuffet para referirse a su propia obra, surgida del collage.

Historia

En este artículo se desarrolla la historia de la escultura occidental desde la prehistoria hasta nuestros días.



Escultura prehistórica



Los objetos escultóricos conocidos más antiguos, tallados en marfil, asta, hueso o piedra, tienen entre 27.000 y 32.000 años de antigüedad. Entre ellos podemos citar un caballito de marfil de líneas ondulantes y delicadas, que fue hallado en una cueva de Alemania. De los detritos (fragmentos rocosos) acumulados en los suelos de cuevas prehistóricas también se han extraído figurillas femeninas en piedra que enfatizan la representación de los órganos reproductores, los pechos y las nalgas. Se cree que representaban a diosas de la fertilidad y por ello se las llama Venus. Una de ellas, la llamada Venus de Willendorf (c. 30.000-25.000 a.C., Museo de Historia Natural, Viena), de formas muy abombadas a pesar de medir sólo 11,5 cm de altura, estaba pintada de color rojo. Hace unos 9.000 años, en Jericó, se realizaban representaciones de calaveras humanas cubiertas de yeso, con un gran naturalismo.

Escultura egipcia



Entre las esculturas egipcias más antiguas se cuenta un fragmento de pizarra tallado en bajorrelieve, conocido como La paleta del rey Narmer (3100 a.C, Museo de El Cairo), que rememora la victoria del Alto sobre el Bajo Egipto. En ella aparecen representados faraones, ejércitos, sirvientes y diversos animales. Los faraones fueron también motivo de representaciones conmemorativas con magníficas estatuas a tamaño natural, que se ubicaron en tumbas y templos funerarios. Estas esculturas no eran auténticos retratos sino representaciones idealizadas, con rasgos predeterminados y mirada al frente, siempre se les representaba en una pose frontal. El cuerpo recibía un tratamiento marcadamente geométrico, con hombros y pecho planos que recuerdan la forma de un triángulo invertido, como se aprecia en una escultura de diorita tallada del faraón Kefrén (c. 2530 a.C., Museo de El Cairo). Durante el reinado de Ajnatón se alcanzó un mayor naturalismo, como puede apreciarse en el exquisito busto pintado en piedra caliza de la reina Nefertiti (c. 1365 a.C., Museo de Berlín).

Escultura mesopotámica

El arte mesopotámico es producto de varias civilizaciones: la sumeria, la acadia, la babilónica y la asiria. Alrededor del 2600 a.C. los sumerios ya tallaban estatuillas de dioses en mármol, caracterizadas por sus ojos grandes y su mirada fija. Otros detalles como el pelo, la expresión facial, el cuerpo y el ropaje muestran un tratamiento esquemático y denotan que se prestaba poca atención al parecido con el modelo. Dichas características se mantienen en la escultura mesopotámica posterior. Las culturas de Mesopotamia también muestran una inclinación hacia la representación de animales fantásticos, maestría que ejecutaban con gran arte como puede verse en las entradas de los palacios y en los relieves realizados en las paredes durante el periodo asirio (1000 a.C.-612 d.C., existen ejemplos de ello en el Museo Británico de Londres y en el Museo Metropolitano de Nueva York).

Escultura egea y griega



Dentro del arte egeo se incluye la escultura minoica, con sus estatuillas de diosas en terracota y marfil, y las obras micénicas, entre las que se cuentan tallas pequeñas de divinidades esculpidas en marfil. Los griegos, maestros de la escultura tanto en piedra como en bronce, crearon algunas de las piezas escultóricas más importantes de todos los tiempos. Entre los siglos VII y I a.C. alcanzaron la perfección en la representación de la figura humana a escala monumental. En el periodo más antiguo, el arcaico, las figuras eran rígidas y los cuerpos presentaban una esquematización geométrica, como en el arte egipcio. Sin embargo, en la época clásica, entre los siglos V y IV a.C., su arte se tornó más naturalista, buscando la perfección en la representación del cuerpo humano. Las figuras estaban bien proporcionadas y expresaban movimiento, aunque los rostros continuaban siendo estáticos. Los temas preferidos durante este periodo fueron los dioses y los atletas. Los escultores más famosos eran Fidias, Policleto, Praxíteles y Lisipo. Entre los grupos escultóricos realizados como decoración arquitectónica los más apreciados son los del Partenón de la Acrópolis de Atenas, como Las tres diosas (Museo Británico), cuyo ropaje arremolinado de manera rítmica, técnica denominada ‘de paños húmedos’, se ciñe a sus cuerpos reclinados. Durante el periodo helenístico (siglos IV a I a.C.) aumenta la expresividad en las obras, como puede apreciarse en los gestos faciales y en la contorsión de las poses. La Victoria de Samotracia o Victoria alada (c. 190 a.C., Louvre, París) es una obra maestra de gran dramatismo de este periodo.

Escultura etrusca y romana



Los etruscos, que habitaron la zona entre Florencia y Roma en Italia desde el siglo VIII hasta el III a.C., realizaron esculturas de sus dioses en terracota a tamaño natural, así como figuras humanas reclinadas sobre las tapas de los sarcófagos de terracota. También realizaron soberbios vaciados en bronce, como la Loba capitolina (c. 500 a.C., Museo del Capitolio, Roma), que se convirtió en el símbolo de Roma.

Los romanos fueron ávidos coleccionistas e imitadores de la escultura griega. Los historiadores modernos conocen los originales griegos perdidos gracias a las copias realizadas por ellos. La contribución característica de los romanos al arte de la escultura fue el retrato realista, en el que registraron hasta los detalles faciales menos atractivos. El sentido de la importancia de los hechos históricos que poseían los romanos queda reflejado en las esculturas exentas y en los relieves. Entre los monumentos conmemorativos de Roma se pueden citar el arco de Tito (c. 818), la columna de Trajano (c. 106-113) y la estatua ecuestre de Marco Aurelio (c. 175). Ésta última se convirtió en prototipo de la mayoría de las esculturas ecuestres posteriores.



Escultura paleocristiana

Los ejemplos que se conservan de la escultura paleocristiana datan del siglo IV; y, por su estilo, estas obras ya no se corresponden con el ideal clásico de belleza. En el sarcófago de mármol de Junio Basso (c. 359, Grutas Vaticanas, Roma) se representan diez escenas bíblicas; los personajes tienen proporciones extrañas y llevan ropajes que caen en pliegues con una excesiva monotonía. Este estilo, llamado a veces ‘antiguo tardío’, es tal vez el resultado de las influencias de las invasiones germánicas y del trabajo de artistas menos cualificados. Con el paso de los siglos, la prohibición bíblica de esculpir imágenes hizo que disminuyera la importancia de la escultura. En vez de una estatuaria a tamaño natural se hicieron esculturas a escala reducida: retablos de marfil transportables, dípticos (dos paneles de marfil tallados unidos por bisagras) o pequeñas urnas esmaltadas al gusto bizantino. Ejemplo de éstas últimas es el relicario de Limburg (Limburg an der Lahn, Alemania), relicario de plata con joyas y esmaltes del siglo X. La escultura se utilizó como ornamentación de superficies hasta bien entrada la edad media.



Escultura escandinava y carolingia

En el norte de Europa los artesanos escandinavos fueron maestros en la metalurgia y en el tallado de la madera al principio de la edad media, sobre todo entre los siglos IX y XII. Decoraban los tajamares y los codastes de los barcos vikingos, los trineos y otros objetos de uso diario, con figuras de animales que fueron transformando en diseños lineales semiabstractos. Las iglesias noruegas (siglos XI y XII) están profusamente decoradas con esos mismos diseños en madera tallada. Ese estilo, que combina formas naturales con formas abstractas, tuvo también mucha importancia en el arte celta-germánico como puede verse en un relieve del siglo VIII que representa una escena de la crucifixión muy primitiva (Museo Nacional de Irlanda, Dublín).

Del periodo carolingio nos han llegado muy pocas esculturas, a pesar del gran interés que Carlomagno (Carlos I) tuvo por las artes y el resurgimiento del clasicismo. Una estatuilla de bronce del siglo IX le representa a caballo con su corona, su espada y un globo imperial que demuestra que el artista conocía la escultura romana. El libro de los Evangelios de Lindau, con tapas de oro y joyas en las que se representa la crucifixión (c. 870, Biblioteca Pierpont Morgan, Nueva York), demuestra más influencia clásica que céltico-germánica.

Escultura otónica

Mientras que del periodo carolingio no conservamos casi piezas exentas, del periodo otónico nos han llegado algunas esculturas extraordinarias, fechadas entre mediados del siglo X y comienzos del siglo XI en Alemania. La cruz de Gero (catedral de Colonia), esculpida en madera y a tamaño natural, representa con gran expresividad el sufrimiento de Cristo. El arzobispo Bernward de Hildesheim encargó un par de puertas de bronce (c. 1015, catedral de Hildesheim, Alemania) con 16 paneles ricamente esculpidos que representan la caída y redención del ser humano, realizados en un altorrelieve expresionista. Es probable que el viaje que realizó a Roma le procurase la inspiración para estas puertas ya que también encargó una gran columna de bronce (principios del siglo XI, catedral de Hildesheim) con varias franjas de escenas talladas, siguiendo un esquema similar al de la columna Trajana de Roma.

Escultura románica



Durante los siglos XI y XII el románico recuperó la escultura monumental en piedra, arte que en la práctica había desaparecido desde la antigüedad. Las iglesias del sur de Francia tienen en el exterior abundantes esculturas, destinadas a atraer e instruir a los fieles. Estas imágenes no eran exentas sino que solían realizarse sobre el propio muro de piedra, convirtiéndose en parte integral de la arquitectura y adaptándose al diseño del lugar en el que se colocaban puertas, tímpanos o jambas. El tema favorito era el Juicio Final que incluía ángeles y demonios de gran expresividad. Aparecen diferentes estilos que se manifestaban en algunas iglesias, como las de Moissac, Autun o Vézelay donde se alcanza una gran intensidad; y en otras, como las de Toulouse o Saint-Gilles-du-Gard lo que se evidencia es un sereno clasicismo. En España podemos encontrar interesantes muestras de escultura románica en los capiteles del claustro del monasterio de San Juan de la Peña, el conjunto decorativo de los capiteles y el sepulcro de Doña Sancha en la catedral de Jaca y en la magnífica obra protogótica del maestro Mateo en el pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela, donde la escultura alcanzó un alto grado de perfección.

Escultura gótica

Durante el periodo gótico se da una producción escultórica excepcional en Francia, Alemania e Italia. Al igual que en el románico, gran parte se realizó en combinación con la arquitectura religiosa, aunque también se encuentran figuras esculpidas en tumbas, púlpitos y demás mobiliario eclesiástico.

Francia



La catedral de Chartres es un ejemplo de la evolución del gótico, como puede apreciarse observando sus portadas. La occidental, la más antigua, construida a mediados del siglo XII, contiene figuras rígidas en columnas, con ropajes esquemáticos y expresiones faciales similares, casi indiferenciadas; las portadas posteriores, en las fachadas norte y sur del crucero, muestran una mayor diferenciación en las expresiones y los ropajes, e incluso sugieren movimiento mediante la utilización de la curva gótica con forma de S en el eje del cuerpo. Además, las esculturas de la catedral de Chartres son como una verdadera enciclopedia del conocimiento medieval; junto a narraciones bíblicas y escenas de la vida de diversos santos, se representa la astrología, los trabajos según los meses, las artes liberales, las virtudes y los vicios. Grupos escultóricos similares adornan muchas catedrales góticas francesas y, al igual que en Chartres, la identidad de sus escultores nos es desconocida. Sin embargo, conocemos el nombre del escultor flamenco que trabajó en la ciudad de Dijon para el duque de Borgoña, se llamaba Claus Sluter. Entre sus obras se encuentra el Pozo de Moisés (1395-1403, Cartuja de Champmol, Dijon) en piedra policromada, que muestra a Moisés y otros profetas. Es una obra única por los detalles realistas de la anatomía, la textura de los ropajes y la gran variedad de rasgos. También conocemos el nombre de una de las primeras mujeres escultoras de la historia del arte occidental, Sabina von Steinbach que en el siglo XIII ayudaba a su padre, constructor de la catedral de Estrasburgo. Fue la autora de las estatuas que personifican a la iglesia y a la sinagoga, ubicadas cerca de la portada sur de la catedral.

Alemania

La escultura gótica muestra en Alemania una intensidad emocional y un expresionismo característicos de la cultura germánica. El grado máximo de patetismo se alcanza en las escenas de la crucifixión y el beso de Judas del coro de la catedral de Naumburg, del siglo XIII. Las representaciones medievales de la Pasión fueron fuente de inspiración para muchos escultores góticos del norte de Europa.

Italia

No resulta sorprendente que, dado que los artistas que trabajaban en Italia se hallaban en contacto con obras romanas de la antigüedad, como por ejemplo los sarcófagos, se manifiesten tendencias clásicas en el estilo gótico italiano. A mediados del siglo XIII Nicola Pisano realizó un púlpito en mármol de marcado gusto clásico en sus elementos arquitectónicos y en sus paneles esculpidos para el baptisterio de la catedral de Pisa.

España

La escultura en España tendía hacia un severo misticismo lleno de intenso realismo. La escultura de portadas siguió el modelo francés y destacan las puertas del Sarmental y la Coroneña de la catedral de Burgos o la Virgen Blanca en el parteluz de la fachada occidental de la catedral de León.

En el siglo XVI la escultura gótica adquirió su carácter más localista y se manifestaba, sobre todo, en retablos y monumentos funerarios. Asimismo, por influencia del arte mudejar, la escultura exterior de las catedrales se hizo más menuda. En el siglo XV se extendió el arte borgoñón y flamenco por la península Ibérica y destacaron numerosos maestros escultores: Gil de Siloé, Juan Guas y Guillermo Sagrera, entre otros.

Escultura renacentista italiana



A comienzos del siglo XV en Italia tanto los eruditos como los artistas comenzaron a interesarse por el pasado clásico; esto condujo al renacimiento-resurgimiento de la cultura clásica. Lorenzo Ghiberti realizó dos puertas de bronce para el baptisterio de Florencia; en ambas resulta evidente su conocimiento de la escultura antigua. La puerta del Paraíso (1425-1450) también muestra su dominio de las leyes de la perspectiva, que se habían codificado de forma matemática hacía muy poco tiempo. También existía un gran interés por las estatuas exentas de gran tamaño y Ghiberti, Nanni di Banco y Donatello realizaron figuras monumentales de santos, que se emplazaron en los nichos de los muros del Or San Michele, oratorio de los gremios de Florencia.

Donatello fue el escultor más importante de comienzos del renacimiento; sus obras evidencian que no sólo fue un maestro en el arte de la escultura en piedra, sino que también poseía un profundo conocimiento de la psicología humana. Por ejemplo, su San Jorge (c. 1415-1416, realizada para el Or San Michele, Bargello, Florencia) está representado con armadura, pero en su rostro se trasluce una clara expresión de vulnerabilidad. Más sorprendente aún resulta su innovadora María Magdalena (1454-1455, baptisterio de Florencia), talla en madera dorada y policromada. Aunque de forma habitual se la representa como una joven hermosa con una espléndida cabellera, la Magdalena de Donatello resulta revolucionaria y asombrosa, es una mujer vieja, semidesdentada y demacrada, con un cabello enmarañado que le llega casi hasta los pies.

Aparte de los florentinos, el escultor más notable de principios del renacimiento fue Jacopo della Quercia de Siena. Su maestría en la ejecución de desnudos en los relieves en mármol La creación de Adán, La tentación y La expulsión del paraíso (1425-1438) para la portada principal de San Petronio de Bolonia, muestra un gran conocimiento del arte de la antigüedad. Adán aparece con un cuerpo idealizado, musculoso, semejante a las estatuas griegas de dioses y atletas; el cuerpo y la pose de Eva están inspirados en la llamada Venus púdica.

El genio máximo de la escultura, no sólo del siglo XVI italiano sino tal vez de todos los tiempos, es Miguel Ángel. Su maestría se manifestó muy pronto, ya que sólo tenía veinte años cuando esculpió la Pietá (1498-1500, basílica de San Pedro, Roma) y el heroico David, primeras esculturas monumentales del renacimiento pleno. Realizó el majestuoso Moisés (c. 1515, San Pietro in Vincoli, Roma) y otras figuras exentas de gran expresividad para la tumba del papa Julio II, proyecto que nunca llegó a terminarse. Durante la década de 1520 cambió de estilo, como queda patente en las tumbas de los Medici (1519-1534), ubicadas en la sacristía Nueva de San Lorenzo de Florencia. Mientras que los primeros desnudos de Miguel Ángel muestran proporciones armoniosas, las figuras alegóricas reclinadas de las tumbas, que representan los cuatro momentos del día, ofrecen una distorsión en los cuerpos y unas poses complejas que indican un alejamiento de los ideales del renacimiento pleno y un anuncio del manierismo. Sus obras posteriores, como otra Pietá (1554-1564, castillo Sforzesco, Milán) son también anticlásicas. De ese modo las últimas esculturas de Miguel Ángel y las de otros artistas del siglo XVI evidencian la evolución hacia nuevas tendencias.

En España el renacimiento adquirió unas características particulares debido, en gran parte, al inmovilismo de las tradiciones. Así nació el plateresco cuya manifestación más significativa la encontramos en la fachada de la Universidad de Salamanca, de Juan de Álava. No hay que olvidar a los grandes escultores Alonso Berruguete, Damián Forment y Juan de Juni, que se formaron en Roma y en Florencia.

Escultura manierista

El manierismo, que convirtió la complejidad, la distorsión y el artificio en virtud, surgió del estilo renacentista tardío.

Italia

Entre los escultores manieristas italianos se incluyen Benvenuto Cellini, Francesco Primaticcio y Juan de Bolonia. Cellini es célebre por la realización de un elegante salero en oro y esmalte (1539-1543, Museo de Viena) para Francisco I de Francia, en el que esculpió gráciles figuras desnudas de proporciones alargadas. Primaticcio también trabajó para la corte francesa dentro de un grupo de artistas conocido como la Escuela de Fontainebleau y sus elaboradas esculturas en estuco (c. década de 1540) decoran las principales salas del palacio de Fontainebleau. Juan de Bolonia, originario de Francia, fue el escultor más importante que trabajaba en Florencia a finales del siglo XVI. Entre sus obras se cuenta El rapto de las sabinas (1583, Loggia dei Lanzi, Florencia), grupo escultórico en mármol de proporciones mayores a la humana, interesante desde todos los puntos de vista. Consiste en tres figuras con posturas entrelazadas en una espiral ascendente que son ejemplo del ideal manierista de dramatismo y complejidad de las formas.

Francia

Los mejores escultores que trabajaron en Francia durante el siglo XVI estuvieron influenciados por el manierismo de la Escuela de Fontainebleau. Jean Goujon realizó algunas esculturas para tumbas, pero es más conocido por sus relieves que representan náyades elegantemente ataviadas para la fuente de los Inocentes (1548-1549, Louvre). Otro destacado escultor fue Germain Pilon que también realizó esculturas funerarias. La más impresionante por su realismo y su técnica es la figura de la tumba de Valentina Balbiani (c. 1581, Louvre), en la que representa el deteriorado cadáver en un relieve delicadamente tallado en mármol.

España

El escultor español manierista más destacado fue Alonso Berruguete, cuya influencia se dejó sentir en toda la escultura castellana. Entre sus obras destacan La anunciación y su célebre San Sebastián ambas en el Museo Nacional de Escultura (Valladolid), y la sillería alta de la catedral de Toledo, su obra más virtuosa y pulida.

Escultura barroca y rococó

El barroco, que abarca más o menos el siglo XVII y tiene su origen en Roma, se caracteriza por la intensidad dinámica. La expresión decorativa, más delicada, característica de la primera parte del siglo XVIII, nació en Francia y se conoce como rococó.

Italia



Gian Lorenzo Bernini, pintor, escultor y arquitecto, fue el artista más destacado del barroco italiano. Sus obras expresan un gran dramatismo y una profundidad emocional acorde con la intensidad espiritual de la Contrarreforma. Se caracterizan también por la interrelación de luces y sombras y por la forma dinámica de plasmar el movimiento. Su Apolo y Dafne (1622-1624, Galería Borghese, Roma), demuestra que también poseía un gran virtuosismo técnico al trabajar el mármol. El David (1623-1624, Galería Borghese) es una de sus primeras obras y contrasta con el David más clásico y contenido de Miguel Ángel, que nos mostraba una figura contemplativa y reservada, antes de su encuentro con Goliat. La versión de Bernini es una figura en pleno movimiento, con la atención fija en el punto donde aparecerá el adversario y el cuerpo contorsionado para efectuar el disparo.

Muchas de las esculturas de gran tamaño de Bernini se encuentran en la basílica de San Pedro, para cuya plaza diseñó también la columnata. Entre estas obras se incluye el gigantesco baldaquino de San Pedro (1624-1633) que se halla sobre el altar mayor; la enorme cátedra del Apóstol (silla gestatoria de San Pedro, 1657-1666); varias estatuas monumentales de santos y dos sepulcros papales. Una de sus obras más apreciadas es la ornamentada capilla Cornaro de la iglesia de Santa María de la Victoria de Roma, donde se encuentra su espectacular Éxtasis de Santa Teresa (1645-1652), grupo escultórico en el que logra la máxima teatralidad y en donde funde lo espiritual y lo sensual de manera inaudita. Entre su abundante producción se incluyen también bustos y varias fuentes escultóricas espléndidas, como la famosa fuente de los Cuatro ríos (1648-1651) de la piazza Navona.

Francia y Alemania

Los escultores barrocos más sobresalientes de Francia fueron François Girardon, que realizó abundantes esculturas para los jardines del palacio de Versalles, Antoine Coysevox y Pierre Puget. Estos dos últimos, influenciados por Bernini. Las esculturas más notables de Puget son las puertas del ayuntamiento de Toulon y el Milón de Crotona (1671-1683, Louvre), cuya pose en contrapposto junto con su intensa expresividad emotiva constituyen un ejemplo de la estética barroca. Puget influyó en los escultores posteriores del rococó francés del siglo XVIII, Étienne-Maurice Falconet, Jean Baptiste Pigalle y Clodion (Claude Michel).

Los mejores ejemplos de la teatralidad del rococó en Alemania se encuentran en las ornamentadísimas obras de los hermanos Egid Quirino Asam y Cosme Damian Asam que, además de escultores, eran pintores y arquitectos. Su obra más conocida es la profusa decoración de la iglesia de San Juan Nepomuceno (1733-1746) de Munich.

Escultura neoclásica



Durante la segunda mitad del siglo XVIII se produjo una vuelta al gusto por lo clásico. El neoclasicismo tomó su inspiración de las excavaciones arqueológicas que en aquel momento se estaban llevando a cabo en Italia y otros puntos de la zona mediterránea. También tuvo una importante influencia un ensayo del historiador del arte alemán Johann Joachim Winckelmann, que alababa la escultura griega de la antigüedad. La obra antigua favorita durante el siglo XVIII fue el Apolo de Belvedere (copia romana del original griego del siglo IV a.C., Museos Vaticanos, Roma) que el escultor italiano Antonio Canova adaptó en su escultura en mármol Perseo con la cabeza de Medusa (1801, Museo Metropolitano de Arte, Nueva York). Canova también se inspiró en la antigüedad para realizar la escultura de la hermana de Napoleón, Paulina Bonaparte Borghese como Venus (1805-1807, Galería Borghese).

Bertel Thorvaldsen, escultor danés que vivía en Roma, logró tanta fama en su época realizando obras inspiradas en las de la antigüedad, que en Copenhague se construyó un museo, cuyas obras comenzaron en 1839, dedicado especialmente a él. El contacto entre Thorvaldsen y Canova resulta evidente en la primera obra de aquel, Jason (1803, Museo Thorvaldsen, Copenhague), de estilo deliberadamente clasicista, basado en la copia romana de la antigua obra griega El Doríforo (siglo V a.C., Museo Nacional, Nápoles). Sus demás obras estuvieron muy influidas por las restauraciones que efectuó en los mármoles del frontón del templo de Afaya, de estilo griego arcaico, en la isla de Egina. Aunque no muy conocido fuera de los confines de su Suecia natal, Johan Tobias Sergel fue un excelente escultor de finales del siglo XVIII, que unió la temática neoclásica con el dinamismo barroco, tal como puede verse en su Fauno (1770-1774) y en Marte y Venus (1804), ambos en el Museo Nacional de Estocolmo. Al artista inglés John Flaxman se le recuerda quizá más por sus relieves clásicos, modelados de forma muy delicada, que por sus cerámicas de Wedgwood, aunque también realizó monumentos funerarios. Sin embargo, logró mayor impacto en el arte europeo con sus ilustraciones, de fino dibujo, de obras clásicas de Homero, Esquilo, Hesíodo y Dante que con sus esculturas.

El escultor francés Jean Antoine Houdon incorporó conceptos clásicos en la realización de la estatua en mármol de tamaño natural de George Washington (1788-1792, Capitolio de Richmond, Virginia) y en su Diana (1777, Museo del Louvre). Sin embargo, sus mejores obras fueron los bustos, cuya viveza y naturalismo van más allá de los confines del clasicismo.



Escultura romántica



El romanticismo es otro de los grandes movimientos artísticos del siglo XIX, que permitió a los escultores liberarse de los modelos del pasado. Se crearon obras nuevas basadas en la imaginación y en las emociones. En Francia el liderazgo de la escultura romántica lo ostentan François Rude, Antoine Louis Barye y Jean Baptiste Carpeaux. Rude es conocido por las conmovedoras esculturas monumentales del Arco de Triunfo de París, sobre todo por la Partida de voluntarios en 1792, también llamada La Marsellesa, ejecutada en 1833-1836. Una figura alada de gran tamaño que personifica la Libertad se halla ante un grupo de hombres animándoles, gritándoles, urgiéndoles a la batalla. Barye fue tal vez el mejor escultor de animales desde la antigüedad. Sus bronces, trabajados de forma meticulosa, poseen tal vitalidad que parece como si hubiera estado observando a los animales salvajes en sus hábitats cuando en realidad lo que hacía era visitar con mucha frecuencia el zoo de París. El más famoso grupo escultórico de Carpeaux, La danza, adorna la fachada de la Ópera de París. La vivacidad de las figuras y el efecto de luces y sombras rizadas que creó al modelar las superficies tienen una gran afinidad con el arte rococó.

La figura cumbre de la escultura del siglo XIX y el escultor más importante desde Bernini fue el artista francés Auguste Rodin. Su genialidad estriba en la habilidad que tenía para poner de manifiesto la vida interior de los seres humanos mediante gestos y actitudes físicas. A pesar de ser un escultor muy original, Rodin recibió influencias de diversas fuentes: del arte gótico del norte de Europa, de Donatello, de Miguel Ángel y hasta incluso del rococó. Su afinidad con algunas facetas del estilo clásico se manifiesta en su Hombre de la nariz rota (1864, Museo Rodin, Museo de Arte de Filadelfia), obra de tipo naturalista que muestra un rostro tosco, inspirada en los bustos romanos, y más adelante en la escultura en mármol de fina terminación e idealizado erotismo, El beso (1886, Museo Rodin, París). En 1880 recibió el encargo de realizar una serie de puertas para un nuevo museo, que nunca llegó a terminarse. El proyecto, conocido como Las puertas del infierno (1880-1917, Museo Rodin), con numerosas figurillas de escayola, fue la base de obras independientes, realizadas en bronce a tamaño natural, como El pensador (1880), Adán (1880) y Eva (1881), todas ellas en el Museo Rodin. El discípulo y ayudante de Rodin, Antoine Bourdelle, fue también un soberbio escultor de la figura humana y en sus bronces expresionistas convergen sentimientos de poderío y solidez, como en su Gran guerrero de Montauban (1888, Museo Hirshhorn, Washington, D.C.).

En Estados Unidos, William Rimmer, Augustus Saint-Gaudens y Daniel Chester French comparten el enfoque romántico en sus esculturas de carácter alegórico. El Centauro moribundo de Rimmer (1871, Museo de Bellas Artes, Boston), el Mausoleo de Adams de Saint-Gaudens (1886-1891, Cementerio de Rock Creek, Washington, D.C.) y El ángel de la muerte y el escultor de French (1891-1892, Cementerio de Forest Hill, Roxbury, Massachusetts) son obras conmovedoras que demuestran la excelente técnica de los artistas románticos estadounidenses.

Escultura europea del siglo XX

La mayor parte de las esculturas realizadas en el siglo XX difieren radicalmente en forma y contenido de las de épocas anteriores. En algunos casos son producto de investigaciones en la misma dirección que las de la pintura y comparten la misma denominación, como en el caso del cubismo, el futurismo, el constructivismo, el dadaísmo y el surrealismo, por mencionar sólo algunas. Entre las influencias dominantes que recibieron los escultores europeos de comienzos del siglo XX pueden citarse la del arte primitivo y la escultura de África y Oceanía, pues muchas de dichas obras se exponían en los museos de Ciencias Naturales de Francia y Alemania.

Escultura biomórfica. Brancusi y Modigliani



Constantin Brancusi, nacido en Rumania, llegó a París en 1902; obras como Figura antigua (1908, Instituto de Arte, Chicago) y El beso (1908, Museo de Arte, Filadelfia) evidencian su admiración por el arte antiguo y primitivo. En El beso, siguiendo su propósito de “dar al espectador puro disfrute”, demuestra además un ingenio lúdico, igual que en el Torso de un joven (1924, Museo Hirshhorn, Washington D.C.) y la obra de tipo totémico Adán y Eva (1912, Museo Guggenheim, Nueva York). Está claro que las dos últimas esculturas, a pesar de su apariencia abstracta, están basadas en los órganos sexuales femenino y masculino. La reducción de las formas a lo esencial y su habilidad para extraer la belleza intrínseca de los materiales ya fuera madera, piedra o metal que logró Brancusi ejerció una profunda influencia en los escultores del siglo XX. También trabajó en París el italiano Amedeo Modigliani y allí, a instancias de Brancusi, estudió el arte primitivo y el cicládico (arte originario de las Cícladas). Entre 1909 y 1914 realizó esculturas en piedra caliza como Cabeza de mujer (1912, Centro George Pompidou, París) que, inspirada en el arte cicládico, influyó a su vez en su modo de pintar.

Escultura cubista. Picasso



El arte africano desempeñó un papel muy significativo en el desarrollo del cubismo del pintor francés Braque y del español Picasso. De hecho, este último realizó algunas pequeñas tallas en madera en 1907 que evidencian la influencia de las máscaras africanas. Influido también por la escultura ibérica, ejecutó algunas obras en bronce con rostros que parecen máscaras, como Cabeza de un toro (1943, Museo Picasso, París); en ellos se aprecia la evolución del estilo cubista que desarrollaba de manera simultánea en pintura. Una mayor distorsión puede verse en Cabeza de mujer (c. 1909, Galería de Arte Albright-Knox, Buffalo, Nueva York) cuyos rasgos faciales contraídos la convierten en la primera escultura auténticamente cubista de Picasso. En los años siguientes hizo numerosas construcciones y esculturas que pueden considerarse cubistas, como la Guitarra (1912, Museo de Arte Moderno, Nueva York) de chapas metálicas y alambre, y la obra en madera Vaso de vino y dado (1914, Museo de Picasso, París). Sin embargo, sus obras posteriores están más dentro de la línea figurativa tradicional, como el bronce Hombre del cordero (1944, Museo de Arte de Filadelfia).

Continuadores del cubismo

Durante las primera décadas del siglo XX muchos de los escultores que trabajaban en París se vieron influidos por el cubismo, como Raymond Duchamp-Villon, Alexander Archipenko y Jacques Lipchitz. Todos ellos trabajaban estilos en cierta medida figurativos, enfatizando los planos volumétricos, como puede verse, por ejemplo, en el Marinero con guitarra de Lipchitz (1914, colección del artista). En España reciben la influencia del cubismo de Picasso dos grandes artistas de la escultura en metal, Julio González y Pablo Gargallo. El primero fue uno de los grandes pioneros en ese campo, y su influencia en la escultura contemporánea construida en acero ha sido decisiva.

Escultura constructivista



El constructivismo, que da prioridad a la dinámica del espacio escultórico sobre lo estático de la masa, fue una tendencia nueva que se desarrolló sobre todo en Rusia. Su fundador, inspirado en sus comienzos por la obra de Picasso, fue Vladimir Tatlin; alcanzó gran renombre con la maqueta en espiral de madera, hierro y vidrio para su Monumento a la III Internacional (1919-1920, Museos Estatales Rusos, San Petersburgo). Hacia esa misma época los hermanos Naum Gabo y Antoine Pevsner también se dedicaban a la escultura constructivista en Rusia, pero el vanguardismo de su obra no gustaba al régimen comunista y por ello emigraron y extendieron sus ideas por la Europa occidental y Estados Unidos.

Escultura Dada y surrealista



Durante los años de la I Guerra Mundial el artista Dada Marcel Duchamp expresaba su nihilismo estético seleccionando objetos industriales, que luego utilizaba como esculturas y a los que denominaba ready-mades. Duchamp consideraba temas artísticos objetos como secadores de botellas, palas para quitar la nieve y urinarios. El hincapié que hacían los dadaístas en el papel de la casualidad, la suerte y el inconsciente en la creación del arte, como en la obra de Duchamp Tres zurcidos patrón (1913-1914, Museo de Arte Moderno), influyó en el movimiento surrealista que se desarrolló con posterioridad.

El artista francés Jean Arp utilizó la casualidad en varios relieves en madera pintada a los que dio títulos ingeniosos y sugestivos. Sin embargo, es más conocido por sus esculturas abstractas posteriores, de formas biomórficas redondeadas, que denominó Concreciones, como por ejemplo Concreción humana (1935, versión en piedra, 1949, Museo de Arte Moderno). El pintor nacido en Alemania Max Ernst, al igual que Arp, fue un pionero del Dada y del surrealismo; su Espárrago lunar (1935, Museo de Arte Moderno), obra deliciosa en escayola, representa dos figuras alargadas como si fueran plantas. El escultor suizo Alberto Giacometti dio forma a sus fantasías en obras inquietantes como la construcción El palacio a las cuatro de la madrugada (1932-1933) y el bronce Mujer con la garganta cortada (1932), ambas en el Museo de Arte Moderno. Frecuente colaborador de Duchamp y también relacionado con el Dada y el surrealismo, fue el artista estadounidense de nacimiento Man Ray, cuya obra queda bien ilustrada con el fascinante Objeto para ser destruido (1923, destruido en 1957) que consistía en un metrónomo con una varilla oscilante en la que había adherida la fotografía de un ojo.

En España uno de los máximos representantes de la escultura surrealista es el canario Óscar Domínguez; en su obra, que adoptó la figura femenina como tema principal, se puede apreciar la influencia de otra de las grandes figuras de este movimiento, Salvador Dalí. En 1938, este artista catalán sembró el desconcierto entre el público asistente a la inauguración de la Exposición Internacional del Surrealismo en París con su Taxi lluvioso. Se trataba de un viejo automóvil en cuyo interior había situado dos maniquíes: uno de ellos era un chófer con cabeza de cocodrilo y el otro, situado en la parte posterior, era una mujer rubia en traje de noche sentada sobre un lecho de verduras sobre la que caía constantemente un copioso aguacero. A todo esto se añadían numerosas plantas y 200 caracoles vivos. También son de inspiración surrealista las formas fantásticas de las esculturas del madrileño Alberto Sánchez.

Escultura futurista

Otra de las direcciones que tomaron los escultores de vanguardia del siglo XX fue la del futurismo, estilo surgido en Italia que hace hincapié en la expresión del movimiento en el arte. Uno de sus principales exponentes, Umberto Boccioni, realizó bronces muy originales como Desarrollo de una botella en el espacio (1912) y Formas únicas de continuidad en el espacio (1913), ambas en el Museo de Arte Moderno.

Escultura figurativa



A pesar de las tendencias de los nuevos estilos, numerosos escultores europeos continuaron trabajando dentro del estilo figurativo a principios del siglo XX, cada uno con distintas formas características, aunque la mayor parte giraba en torno a la figura humana. En Francia, Aristide Maillol volvió al sosiego clásico con bronces impresionantes de figuras femeninas. Una de estas obras, Acción en cadena (1906, Museo Nacional de Arte Moderno, París) es un torso femenino que demuestra el perfecto equilibrio, característico de Maillol, entre tensión y relajación. Al igual que Maillol, el artista francés de nacimiento Gaston Lachaise, que más tarde emigraría a Estados Unidos, también hizo de la figura femenina su vehículo de expresión, dotando a sus esculturas de una enorme gracia y delicadeza a pesar de las descomunales proporciones de sus torsos. El pintor francés Henri Matisse también llevó a cabo varias series de figuras en bronce con diferentes grados de distorsión que expresan tensiones musculares internas.

En Alemania Wilhelm Lehmbruck realizó figuras alargadas que transmiten sosiego, recogimiento y resignación. Por el contrario, la obra del también alemán Ernst Barlach es más expresionista; elegía temas modestos e ilustraba un amplio espectro de emociones que iban de la alegría, como en Hombre cantando (1928, colección privada, Alemania) a la venganza, como en El vengador (1914, Museo Hirshhorn, Washington, D.C.). Los escultores escandinavos más importantes fueron el sueco Carl Milles y el noruego Gustav Vigeland; ambos crearon figuras alegóricas para fuentes y otros monumentos públicos en sus respectivos países de origen. Milles también vivió en Estados Unidos e hizo fuentes en Nueva York, Saint Louis, Missouri y otras ciudades estadounidenses. El escultor de origen polaco Elie Nadelman, después de estudiar en París, emigró a Estados Unidos donde realizó figuras en bronce de suaves contornos y volúmenes simples, como Hombre al aire libre (c. 1915, Museo de Arte Moderno, Nueva York). Jacob Epstein, nacido en Estados Unidos y afincado en Londres, alcanzó fama internacional con retratos figurativos en bronce cuya característica principal es las superficies toscas e irregulares que confieren gran expresividad a sus obras. El español Manuel Martínez Hugué, también conocido como Manolo, crea figuras de toreros, animales, campesinos y mujeres, de inspiración claramente mediterranea, influidas por la escultura de Mesopotamia y el antiguo Egipto.

Pero el más importante de los artistas ingleses modernos fue Henry Moore. En sus inicios su obra estaba influida por la escultura precolombina, lo cual queda patente si se compara la escultura en piedra maya-tolteca del dios de la lluvia Chac, llamada Chacmool (c. 1000, Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México), con su escultura Figura reclinada (1929, Museo Municipal, Leeds). Durante toda su vida Moore trabajó el tema de la figura femenina yacente, que siempre representó con gran frescura y originalidad. Muchas de sus elegantes obras monumentales están concebidas para colocarse al aire libre. Otra escultora inglesa de talla internacional es Barbara Hepworth que, aunque trabajó por lo general dentro de un estilo orgánico próximo a la abstracción, tiene algunas esculturas sobre la figura humana, como Grupo II (Evocación) (1952, Colección Margaret Gardner, Inglaterra).

Escultura estadounidense del siglo XX

La escultura estadounidense de la primera mitad del siglo XX no puede clasificarse, como la europea, por movimientos artísticos; sin embargo, durante la segunda mitad del siglo si surgieron muchos movimientos nuevos relacionados con diferentes medios de expresión modernos.

Escultura figurativa

Gran parte de los escultores estadounidenses de principios del siglo XX trabajaron siguiendo un estilo bastante académico y, aunque sus obras son interesantes porque expresan el espíritu de la época en que fueron realizadas, la mayoría de ellos no logró dar un impulso técnico ni formal al arte de la escultura. Entre los que trabajaban dentro de una línea tradicional están Malvina Hoffman, George Grey Barnard, William Zorach, Paul Manship, John B. Flannagan, Mahonri M. Young, Gertrude Vanderbilt Whitney y Jo Davidson.



Escultura abstracta



La escultura estadounidense empezó a desarrollar líneas más abstractas de expresión durante la década de 1930, cuando los artistas entraron en contacto con obras europeas contemporáneas, bien de forma directa o a través de fotografías. Alexander Calder, por ejemplo, recibió una gran influencia del pintor holandés Piet Mondrian que se reflejaría luego en sus esculturas y pinturas abstractas realizadas con colores puros. Calder alcanzó fama internacional con su escultura móvil, y sus stábiles o esculturas inmóviles. Inspirado en las esculturas hechas con piezas soldadas de Picasso y Julio González, David Smith realizó obras en acero soldado como Paisaje del río Hudson (1951, Museo Whitney de Arte Americano, Nueva York). Su serie titulada Cubi, a la que pertenece Cubi I (1963, Instituto de Arte de Detroit), consiste en varias obras de grandes dimensiones inspiradas en el cubismo. En dicha serie se puede apreciar cómo pule y corroe las superficies de acero inoxidable con un diseño caligráfico repetitivo para reflejar la luz.

En la década de 1930 Joseph Cornell, muy influenciado por el surrealismo, realizó esculturas tridimensionales de cajas pintadas y assemblage de objetos heterogéneos, con los que lograba una atmósfera de misterio. De inspiración contraria son los de Louise Nevelson, grandes construcciones abstractas y monocromáticas, diseñadas como instalaciones. Están compuestas de objetos utilitarios, por lo general trozos de muebles contenidos dentro de marcos de madera como si fuesen cajas. Isamu Noguchi realizó obras de una elegante sencillez en las que combina la abstracción europea con las formas tradicionales japonesas.

Reuben Nakian, que en la década de 1940 pasó del estilo figurativo a una semi-abstracción, trabajó tanto en metal como en terracota y realizó esculturas inspiradas en la mitología. Otros escultores abstractos son Richard Lippold, conocido por sus construcciones colgantes en metal y alambre y Harry Bertoia, que utilizó varillas de acero muy finas ensambladas de forma que pudieran vibrar. Theodore Roszak realizó construcciones de formas muy libres en las que utilizaba el acero soldado con otros metales, como en Flor de espiga (1948, Museo Whitney de Arte Americano). Herbert Ferber, influenciado por el expresionismo abstracto, creó una construcción de metal de grandes dimensiones, Y el arbusto no se consumió (1951), para la fachada de la sinagoga B’nai Israel, en Millburn, Nueva Jersey. La obra de Ferber fue uno de los primeros ejemplos del nuevo renacimiento que combinaba escultura y arquitectura en las iglesias. Seymour Lipton hizo escultura biomórfica compuesta de planchas de metal soldadas, como en Floración selvática (1954, Galería de Arte de la Universidad de Yale, New Haven, Connecticut), y Mark di Suvero es conocido por sus enormes construcciones al aire libre, en las que a veces utiliza vigas de acero, como en Ik Ook (1971-1972, colección privada) y elementos móviles.

Assemblage y escultura de chatarra



Muchos escultores han realizado obras, tanto abstractas como figurativas, utilizando el assemblage y los objetos de desecho, llegando a crear en muchos casos grandes ambientes que permiten al espectador moverse dentro de la obra. La chatarra, utilizada por primera vez por los dadaístas a principios del siglo XX, se convirtió en la base de las expresivas esculturas que Richard Stankiewicz hizo durante la década de 1960. Durante dicha década surgió el Pop Art en Estados Unidos, impulsado por artistas como Robert Rauschenberg, Jasper Johns, George Segal, Marisol Escobar, Red Grooms, Claes Oldenburg, Edward Kienholz y Lucas Samaras.

Rauschenberg introdujo lo que él llamaba “pinturas combinadas”, cuyos últimos ejemplos presentan la tridimensionalidad de la escultura, incorporando chatarra y objetos encontrados a la superficie del lienzo. Entre sus obras más destacadas se cuenta Monograma (1955-1959, Museo Moderno, Estocolmo), construcción en la que se combinan una cabra de Angora disecada, una rueda de automóvil, una pelota de tenis y unas puertas de madera con bisagras sobre las que realizó pinturas expresionistas abstractas. Johns, discípulo de Duchamp, hizo una escultura en bronce a base de latas de cerveza, Bronce pintado (1960, colección privada), en la que planteaba el problema estético de la utilización de objetos cotidianos como forma artística. Segal utilizó a sus amigos como modelos para crear figuras en escayola blanca que representaban acciones y gestos cotidianos. Su grupo escultórico La cena (1964-1966, Walker Art Center, Minneapolis, Minnesota) se caracteriza por su sosegado clasicismo y su poder de evocación. Marisol (nombre por el cual se la conoce) hace assemblages con maderas, pintura y diversos materiales más, como pares de zapatos. Grooms construye obras ambientales enormes, como la deliciosa Rukus Manhattan (1975-1976, Galería Marlborough, Nueva York). Oldenburg, que se dedicó a reproducir alimentos en escayola pintada, creó objetos pop llenos de humor, como Hamburguesa doble (1962, Museo de Arte Moderno). De muchas de sus primeras esculturas rígidas de objetos, como interruptores de luz, ha hecho después copias en vinilo blando.

Las composiciones de Kienholz en técnica mixta, tales como El hospital estatal (1964-1966, Museo Moderno, Estocolmo) que representa a los pacientes postrados en camas, llaman la atención de modo gráfico sobre los aspectos más terribles de la sociedad contemporánea. También Samaras ha realizado obras inquietantes aunque visualmente atractivas como La silla (1965, Galería Smart, Universidad de Chicago), cubierta con miles de alfileres amenazadores. Las figuras en fibra de vidrio y poliéster creadas por Hanson son de un realismo asombroso, y en ellas se aprecia una evolución que va de los retratos satíricos de turistas y tenderos obesos a las representaciones más sencillas de obreros y gente corriente de Estados Unidos.

Arte en espacios naturales

Durante los últimos años de la década de 1960 varios escultores estadounidenses se dedicaron a la creación de espacios naturales. Entre estos artistas estaban Robert Morris, Michael Heizer y Robert Smithson, quienes abandonando sus talleres se volcaron en la investigación de temas geológicos y minerales. Un proyecto impresionante dentro de esta línea es El malecón en espiral de Smithson, espiral de 4,6 m de ancho, compuesta de rocas, cristales salinos, tierra y algas, y que se interna 457 m en el lago Great Salt de Utah. La obra se finalizó en 1970 pero en la actualidad ya no puede verse pues ha quedado cubierta por las aguas.

Últimas tendencias

A partir de la década de 1960 los escultores continuaron trabajando con materiales y estilos diversos. El venezolano Jesus Rafael Soto, pionero de la escultura cinética, crea las primeras obras vibrantes a base de varillas que cuelgan de hilos de nylon frente a un fondo trama, y que al moverse producen un efecto de vibración óptica. En Inglaterra Anthony Caro crea construcciones en metal de gran fuerza expresiva, que suelen presentar un eje horizontal. En España el escultor vasco Eduardo Chillida realizó en la década de 1960 esculturas en hierro forjado y estructuras con grandes bloques de madera, aunque fue introduciendo nuevos materiales como mármol, cemento y granito. Entre los estadounidenses que trabajan en metal se encuentran George Rickey, que realiza delicadas estructuras en acero inoxidable que se mueven con el viento, y Richard Serra, que construye enormes estructuras de acero para colocar al aire libre, como su Arco circular de San Juan, de 61 metros, ubicada en la salida del túnel Holland, bajo el río Hudson, en Nueva York. Entre los escultores estadounidenses que trabajan con luz artificial se cuentan Chryssa, que utiliza tubos de neón, y Dan Flavin, que define los huecos espaciales usando tubos fluorescentes. Otros artistas estadounidenses, como Donald Judd y Sol LeWitt, basan sus obras en la repetición de unidades idénticas, formas simples y precisas, con una absoluta simetría.

Judd, artista minimalista, trabaja con formas sólidas, como en Sin título (1965, Museo Nacional de Arte Moderno, París); LeWitt, pionero del arte conceptual, crea espacios huecos cuadrados definidos por delgados contornos realizados en aluminio, como en Cubo modular en nueve partes (1977, Instituto de Arte de Chicago). El arte conceptual, corriente de gran importancia durante la década de 1970, estuvo muy influido por la obra y los escritos de Duchamp. Con el fin de dar prioridad estética a las ideas de los artistas, el arte conceptual a veces prescinde en gran parte de las obras sustanciales y utiliza la performance (forma artística que combina elementos del teatro, la música y las artes visuales). El artista conceptual contemporáneo de mayor influencia fue el alemán Joseph Beuys, cuya obra satiriza a la sociedad alemana de posguerra y recuerda su experiencia como piloto de la Luftwaffe cuyo avión fue derribado durante la II Guerra Mundial.

Durante la década de 1980 los escultores empezaron a apartarse de la austeridad del minimalismo y del conceptualismo. Empezaron a reaparecer formas orgánicas y excéntricas, tendencia que se conoce como escultura posmoderna o postminimalista. En las obras sencillas, a pequeña escala, de Joel Shapiro pueden verse motivos figurativos, mientras que los assemblage de enrejados abiertos de Nancy Graves destacan por su colorido brillante y su fantasía.


 Relieve en piedra de un nicho